Imágenes religiosas
Las imágenes religiosas salida de sus gubias muestran el manejo de una tradición que se remonta a siglos que permiten la permanencia de oficios y saberes filtrados por la propia formación del escultor, pero también por su propia trayectoria vital. La formación en la Escuela de Bellas Artes y la investigación personal en las formas contemporáneas infiltró en su oficio la naturalidad y simplificación de las formas, la contención y la expresividad. Su obra de imaginería no puede entenderse al margen de su propia trayectoria en el arte moderno y contemporáneo, del mismo modo que no puede entenderse sin su admiración por los maestros renacentistas y barrocos.
De sus maestros contemporáneos hereda esa necesidad de explorar los tipos populares, mirar en su entorno, el mismo autor afirma que “el uso de los rostros de la gente del pueblo para las representaciones religiosas, dada su gran variedad de facciones y caracteres, era algo que aprendí de mis maestros. Aquellas personas encarnaban perfectamente todos los sentimientos que históricamente se le atribuían a los personajes bíblicos: el miedo, la pena, el odio, la bondad estaban grabados en sus facciones. Era como tener en la calle un álbum de modelos que sólo tenías que observar y dibujar”.
La armonía y proporción de sus imágenes religiosas se deben a su ser como escultor, que transita fuera de la imaginería buscando otras metas y horizontes, que trabaja con materiales diversos como la piedra, el bronce o el barro cuyas materialidades dejan huella en las formas finales, distanciándose así de la representación realista. Cada una de estas experiencias le permitía volver y proyectarlas en la madera.